13 De Mayo
Juan Manuel Rizzi
El autor pone en debate cuáles podrían ser las motivaciones de un artista y resignificando
el concepto de escritor nos lee dos poema de su obra "La Quema"
Alcira Moreno: la simpleza de la tradición
Soy así
Siempre vivo en las nubes
a mí me gusta volar
al canto de las palomas
quién no lo quiere escuchar.
En mi rancho donde vivo
de todo hay pa ser feliz
la pava puesta en el fuego
el mate para compartir.
Yo nunca cuento dinero
cuento solo con amor
con el amor de los niños
se está más cerca de Dios.
La puerta está siempre abierta
lo mismo mi corazón
llegate un rato si querés
me darás un alegrón.
El ranchito es muy pequeño
hay poco que recorrer
pero tendré la alegría
de poderte conocer.
Yo nunca soñé con lujos
ni falta me hace lo sé
soy humilde como el cardo
pero puedo comprender.
En Homenajes y sentires (2009).
Al resero
Por su heroico sacrificio
A nuestro hermano resero
con un verso a flor de labio
lo rescato del silencio.
Devorador de caminos
siempre sobre un flete andando
a media espalda mil sueños
junto a los suyos quedaron.
Sobre el arreo de un canto
a tu silbido de pájaro
responden los ovejeros
y un cusquito semipardo.
Entre balidos y cuernos
brazo en alto revoleando
se hace dibujo en el aire
la armada de vuestro lazo.
Cien caminos polvorientos
cubren de sombra tus rastros
por no encontrar una aguada
propicia para el ganado.
Los inviernos te castigan
con lluvias y vientos bravos
haciendo temblar de frío
la hacienda sobre los pastos.
Y vos como un gladiador
guapiando siempre guapiando
resero de nuestras pampas
yo te bendigo por gaucho.
Jorge Claudio Morahin
Responso
Inclinó la cabeza, en actitud de rezo.
Oyó las campanadas, lentas, pesadas, llenando el espacio de la capilla como un vaso a punto de desbordarse. Un golpe, dos. Un golpe, dos. Tan-tan. Tan-tan. Tan-tan. Eso era doblar. Por quién doblan las campanas, ¿eh? Tan-tan. Tan-tan.
Un monaguillo de roquete demasiado largo apareció de pronto, desde la sacristía, como de una caja de sorpresas. Traía una caña con un pabilo encendido, en la punta. Salio del ámbito del altar y se aproximó al catafalco, negro, ominoso. Había cuatro cirios, en candelabros negros, orgullosos y altos. El monaguillo los encendió, uno a uno. Se tiró un pedo, y volvió a la sacristía.
Enseguida volvió a salir, hacia la puerta de entrada.
Con gran chirrido de cerrojos y goznes abrió la puerta exterior. Una luz demediada penetró por los falsos vitrales, trayendo rumor de gentes. Que entraban.
Niños. Inquietos, pero fingiendo seriedad ante el coscorrón materno. Madres, con visillos de gasa, señoronas, viejas, hombres de porte engominado, de trajes con vahos de naftalina, de zapatos lustrosos.
Llenaron la sala.
Y las campanas cesaron.
Alzó al fin la cabeza, y miró directamente a las gentes. Una a una. Reconociéndolas, contemplándolas ávidamente, en su manto de piedad y compostura.
¡Cuánta falsedad, carajo!
Todos se pusieron de pie, sobresaltándolo.
Había entrado el cura.
El cura.
El cura empezó a hablar del difunto. Y dijo tantas pavadas, que, de haber prestado atención cualquiera de los circunstantes, se hubiera cagado de risa. Pero, claro, ninguno lo oía. Ninguno lloraba. Ninguno suspiraba.
Nada. Era una ceremonia de circunstancias. El monaguillo que sostenía el incienso echó un terrible bostezo, que llegó a sorprender en sus postrimerías el cura, arrancándole el incensario y empezando otra letanía incomprensible, pero esta en latín.
Pero antes dijo: “en memoria de nuestro querido intendente, a cinco años de su entrada al reino del Señor...”
¡Cinco años! ¿Sólo cinco años? Parecía una eternidad...
Y tener que volver año tras año a ese responso irónico y burocrático.
Si al menos se hubiese muerto obrero, vago o ladrón. Pero morirse intendente...
¿Cuándo, cuándo terminarían los rezos y los homenajes, y lo dejarían descansar en paz, de una maldita vez?
Para peor, la campana empezó a doblar de nuevo.
Un golpe. Dos golpes. Tan-tan. Tan-tan. Tan-tan...
Jorge Claudio Morahin
"Creo que nací destinado a escribir..." Jorge se explaya sobre su trayectoria e intenta precisar cuáles fueron las motivaciones y vivencias que lo llevaron a escribir.Isolina"Chola" Beherens de Rizzi
Fernando Tranfo
Oscar Zanabone
Oscar Zanabone y su primera novela de ciencia ficción que interpela sobre el futuro.
El novel autor de Cañuelas acaba de publicar “Un nuevo sol” (basada en hechos reales que todavía no han ocurrido):
Leé la Publicación de Infocañuelas sobre el escritor
Herrero de oficio, posee un comercio y taller de herrería en la localidad de Cañuelas donde expone algunas esculturas realizadas con piezas mecánicas y desechos ferrosos.
Se desempeñó como docente en la Escuela Técnica.
En forma artesanal publicó "Almacén de Ramos Generales - Historias de un poblado", libro que reúne muchos de sus relatos publicados en la prensa periódica.
EL KELITO
El ya había estado preso. Su trabajo de cirujeo lo llevaba a cargar cosas no sólo sucias de barro, grasa o aceites.
Ese lunes había empezado bien el día.
Casi terminaba de cargar, cuando sus ojos se iluminaron, allí, en una lata abierta con grandes chorreaduras de pintura y con un fuerte olor a combustible un hermoso muñeco asomaba con su cuerpo de trapo chorreante.
Rolando Paciente
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